Es imperioso hablar de ESO que no se habla

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Es imperioso hablar de ESO que no se habla

Raíz Teatro nos deleita con una serie de unipersonales frescos, con sabor posmoderno, auténticos y reflexivos. Se trata de A calzón quita’o, un conjunto de obras distintas pero a la misma vez complementarias; una propuesta que germina desde la mirada femenina de jóvenes artistas, sin por ello ser excluyente o indiferente del mundo masculino. 

En los textos se muestra lo cotidiano desde sus distintas aristas, porque solo a través de esas introspecciones ordinarias que se tejen en el mundo de lo privado y lo silenciado, podemos intentar comprender eso que llamamos sociedad. Es por esta razón que se torna imperioso hablar de ESO que no se habla, justamente porque en el conjunto diverso de significaciones imaginarias que conforman el colectivo se construye lo individual. 

Lo que hoy somos, o mejor dicho, lo que hoy estamos siendo, emerge con vigor desde la realidad individual hacia lo universal y viceversa. Por tanto, la masa amorfa que denominamos colectivo, y que aplasta al ser humano del siglo XXI, no es sino un desprendimiento, una proyección del ser individual que se construye a sí mismo en ese mar de convulsas significaciones llamado genéricamente humanidad. Así, lo individual trasciende fronteras, es constitutivo de las nuevas generaciones, nada queda ya en el ámbito de lo privado y nada es ajeno a lo global. 

En consecuencia, las temáticas del ser humano del siglo XXI que se presentan en estas obras dramáticas son tan variadas como por ejemplo las complejas relaciones interpersonales o familiares, el placer y la sexualidad, los estereotipos, la educación, la soledad, la autoimagen, el poder, la sujeción femenina; hasta lo que podría parecer trivial como utilizar un baño público está impregnado de una fuerte connotación patriarcal. De este modo, lo que se genera en el ámbito de la intimidad refleja cómo y dónde se posiciona al ser humano en el escenario de lo tecnológico- universal. Es por esto que a Calzón Quita’o es el drama posmoderno sin fronteras, sus actores somos cada uno de nosotros, con nuestros sueños, costumbres, retos, desaciertos, temores y necesidades. En el escenario, los protagonistas son siempre los mismos: yo, vos, usted, nosotros, vosotros, él, ella, tú… como actantes de esta pluralidad de circunstancias que nos tocó vivir, y esto justamente lo hace universal. 

No podríamos ubicar a nuestros personajes en un único contexto: los espacios en los cuales se desarrollan son costarricenses, como también podrían ser latinoamericanos, europeos o africanos, por mencionar algunos. Estos textos nos llevan por un carrusel de sensaciones y de sentimientos, son simples pero a la vez profundos. Pareciera que existe un lenguaje secreto en el ser humano de este siglo: nos reconocemos en el silencio, en el encuentro fortuito, en lo íntimo de nuestras pasiones, en la carencia, en lo simple, en la necesidad de escucha o reconocimiento, en la pobreza de pensamientos, en lo abstracto, en lo sereno y lo convulso, en lo irracional… al final de cuentas, todos actuamos, y cuando actuamos, sin quererlo, nos desnudamos…
Lic. David Chacón Martínez
Filólogo y Docente

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