Raíz: 15 años de amor, sororidad y sangre.

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Raíz: 15 años de amor, sororidad y sangre.

Que una agrupación teatral independiente logre permanecer activa, pujante y elocuente por 15 años es casi tan inusual como que sea la persona cumpleañera quien da los obsequios a sus huéspedes en el día de su natalicio. En el marco de la celebración de su décimo quinto aniversario, el grupo Raíz Teatro rompe ambos paradigmas y presenta una velada de unipersonales. Así, además de dar testimonio de su vitalidad como colectivo, también le obsequian a su audiencia una experiencia teatral alentadora, pero sobre todo entretenida.

Quizás el entretenimiento sea eso que hace más llevadero el tedio y la abulia de la apresurada y, a veces, desabrida experiencia de nuestro entorno; nos distrae de nosotres mismes. La trampa es cuando esa distracción se justifica en sí misma y no como umbral hacia una nueva experiencia. Posiblemente, el entretenimiento que más nos interese es ese que nos hace acceder a una cualidad de la vida que perdemos de vista en la vida misma. Una suerte de rencuentro con nuestra vitalidad a través de una conmovedora empatía con la humanidad de otra persona.

Vamos al teatro para entretenernos, sí, pero también en búsqueda (acaso inconscientemente) de esa vitalidad extra cotidiana que sólo experimentamos en los instantes (breves) del convivio teatral. Los tres unipersonales presentados por Raíz Teatro el domingo 05 de marzo, Sangre, pequeña, sangre de Katherine “La Pey” Peytrequín; Sorece, crece, florece de Janil Johnson; y El amor en tiempos de Tínder de Dayana Garita consiguen hacer justamente eso.

Un núcleo que comparten las tres propuestas es que articulan la convención del monólogo, ese lugar de enunciación entre personaje e intérprete, más allá de sus atributos más tradicionales. Es decir, la empatía que produce el trabajo actoral está más al servicio del encuentro audiencia-actriz que en la búsqueda de exponer un personaje ficticio. Ahí yace también un segundo núcleo que las tres propuestas ponen en juego: la auto referencialidad de la intérprete. En los tres monólogos estamos ante actrices que se hacen cargo de su lugar de enunciación y ponen el cuerpo en función de ocupar ese lugar, desprovistas del resguardo (o exposición alterada) del personaje.

En Sangre, pequeña, sangre, Peytrequín inicia el acontecimiento teatral a través de una suerte de convite ritual que pone en marcha el dispositivo lúdico de su trabajo: dialogar con el público es jugar juntes. Tras una sucinta y directa secuencia biográfica que instala un tono cotidiano y familiar, generador de empatía, el monólogo comienza a hacer despliegue de un humor sagaz entregado a través de la voz aparentemente ingenua del yo de la infancia de la actriz. La posibilidad de asumir con naturalidad, desde la inocencia de la mirada de la niña, una serie de temas cargados de tabús nos exonera de la carga pesada (acaso innecesariamente) que se le impone al cuerpo. En un momento, la voz de la actriz irrumpe y le habla a su yo de la infancia, pequeña, desdoblándose para luego convertirse en la Sangre. Este personaje nos libera a través de la risa para poder hablar de lo escatológico, con picardía pero sin morbo, con propiedad pero sin tapujos. Poniendo a la audiencia en un lugar activo, desde un planteo que recuerda a Boal, el personaje de la sangre se establece como el catalizador que le permite a este inusual unipersonal generar una catarsis reflexiva.

El amor en tiempos de Tínder también buscará empatizar a través del humor. Aunque en este caso la técnica del bululú y las referencias al personaje de Julieta de Shakespeare, harán que Garita ponga en juego un lenguaje actoral de monólogo más tradicional. No obstante, el tono directo y sin vueltas de la dramaturgia generará un oportuno contraste con ese lenguaje actoral para generar una combinación ganadora de humor sin rodeos, sostenida por una actuación cómica contundente. Atravesada por una utilización ingeniosa del léxico coloquial, y hasta “pachuco”, la propuesta logrará demostrar que detrás de esos usos lingüísticos, la sabiduría popular ha resguardado las formas más francas para hablar del cuerpo y la sexualidad. El amor… ofrece un testimonio descarnado y brutal de la vida sexual contemporánea, intermediada por la máscara de lo digital.

Finalmente, Sorece, crece, florece cerró el espectáculo ofreciendo ciertos contrastes. El eje transversal de este unipersonal serán una serie de anécdotas de la infancia que tienen autonomía una de otra, pero se encuentran vinculadas por el núcleo temático de la sororidad. Alternando entre el diálogo a público desde la intérprete y momentos en los que encarna las emociones más viscerales de su yo escénico, Janil Johnson hilvana una especie de trenza entre dos ejes interpretativos: la actriz que se muestra a sí misma ante el público y la intérprete que encarna ficciones. Este ir y venir entre esos dos lugares de enunciación que piden lenguajes actorales distintos le permiten al monólogo aprovechar una serie de transiciones musicales. A través de una serie de objetos que se irán significando y resignificando en función de sus relaciones con las acciones escénicas, el espectáculo logra ofrecer una dimensión rica en el lenguaje teatral que pone en juego. Haciendo un recorrido por el monólogo, el bululú, el canto urbano y el títere, la actriz realiza una serie de piruetas interpretativas que la harán ir de la furia, a la brutal honestidad y a la candidez. En este caso, a diferencia de los otros dos, la relación con el público no apela a la narración como vínculo principal, sino a un ir y venir entre la ficción, lo onírico y lo metafórico como lugares imposibles que nos proponen que otro mundo es posible.

Álvaro José Martínez Cortés

Mag. Dramaturgia y Docente en la EAD

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15 años de Raíz Teatro. Función: Sangre, pequeña, sangre; El amor en tiempos de Tinder y Sorece, Crece, Florece

Dramaturgia: Janil Johnson Vargas, Katherine LaPey Peytrequín Gómez y Andrea Sánchez Coto.

Dirección: Katherine LaPey Peytrequín Gómez

Fecha: 05 de marzo del 2023, 17 hrs

Lugar: Gráfica Génesis

Agrupación: Raíz Teatro

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