Un par de veces me he encontrado al colega Carlos Miranda (o Carlitos) conflictuado al no saber si está bien disfrutar de una canción de Michael Jackson por las implicaciones morales. Y lo entiendo, es un tema delicado, tan delicado que no voy a hablar de eso en particular. Sin embargo quise comenzar por acá ya que hablar de enseñanza o aprendizaje de teatro (y las artes en general) es un tema muy hermoso, pero que creo que puede engañar.
¿El arte puede desarrollar la sensibilidad en las personas? Por supuesto que sí, pero eso no limita el hecho de que muchos artistas hayan sido conocidos por ser personas poco empáticas, algo déspotas o violentas (y cosas peores). ¿Practicar algún arte nos puede ayudar a desarrollar habilidades sociales como la comunicación o el trabajo en equipo? Claro, aunque existen personas artistas egocentristas, que no están dispuestas trabajar o colaborar con nadie. O por otra parte, grandes escritores que eran incapaces de sostener una conversación con otro ser humano en vivo pero en el papel se comunicaban con la mayor fluidez del mundo.
Fue durante el renacimiento donde la figura del artista, como un ser elevado, de un intelecto y sensibilidad superior; se volvió sumamente popular. Esta connotación se le sigue dando a muchos artistas pero hoy está más abierto al debate y se entiende que no hay ningún sentido divino o de superioridad en aquellas personas que encuentran su profesión en el quehacer artístico. Eso sí, a la práctica artística se le ha dado esta nueva visión trascendente y sanadora, cargada de un sin número de beneficios que recuerda a la pomada canaria.
En un mundo ideal las personas deberían practicar un deporte y un arte como parte integral de su vida. Los beneficios a la salud que producen dichas prácticas han sido demostrados y rectificados a lo largo de los años en diferentes investigaciones. Sin embargo, no se puede creer que por realizar deporte ya no se tiene que ir al doctor; o que las propiedades terapéuticas del arte pueden substituir cualquier ayuda psicológica que se necesite. De igual manera cuando se realizan programas sociales, de esos que llevan arte a zonas de riesgo social; se debe entender que es solo una de las múltiples estrategias para ayudar a estas poblaciones.
Aprender un arte puede ser liberador, una oportunidad para crecer y aprender, un encuentro con uno mismo, una forma de subir el autoestima (o inflarse el ego), puede ser una agradable distracción o la excusa perfecta para que los carajillos no pasen todas las vacaciones en la casa “rascándose la panza”. Aprender un arte puede ser todo eso y muchos detalles más. El ser humano es complejo, cualquier actividad humana es compleja. Como el asunto de Michael Jackson – sus canciones y su vida-, es complejo.
Si está pensando en pagarle clases de alguna expresión artística a sus hijos, hágalo; pero que no sea una forma de compensación ante algún problema familiar. Si quiere aprender danza para despejarse y poder lidiar con el estrés, estoy seguro que le servirá, pero también pregúntese que le causa esos estados y como los podría solucionar.
En una sociedad donde las enfermedades mentales están en aumento, no utilicemos las prácticas artísticas como un paliativo. Más bien (ojalá) utilicemos el arte como una manera de ganar conciencia sobre nuestros problemas, miedos e inseguridades; por ejemplo. Estudiar arte ayuda a empoderarnos y a actuar de menara integral ante la sociedad y nuestros problemas.
Estefan Esquivel
Dramaturgo y Actor