Cuando se ingresa al aula lo común es observar mesas, sillas, pizarras y demás implementos usuales de la educación formal. Esta no es la realidad teatral.
Como educadora especial y docente de teatro he tenido la oportunidad de vivenciar ambos espacios y nutrir con conocimientos adquiridos en uno, el otro. Es decir, el teatro debería atravesar al sistema educativo y viceversa.
El aprendizaje, sin importar la edad o contenido debe tener como elemento esencial: la motivación. Sin motivación no aprendemos de manera significativa, lo que hace que muchas veces esos conocimientos adquiridos en clase se queden en el examen y en “pasar el año”.
Es ahí donde el teatro es una herramienta poderosa que permite a quienes lo experimentan, jugar y crear nuevas relaciones con su cuerpo y el de otras personas. Por lo tanto, al utilizar elementos del teatro en la clase de matemáticas o biología, es más fácil comprender el trabajo en equipo, la empatía, el respeto y contenidos de la materia; de una manera vivencial.
Ahora, si el teatro es un espacio de menores barreras formales y burocráticas, ¿Cómo planificamos las lecciones los docentes de teatro?
Sin lugar a duda no se puede asumir desde el mismo lugar que una clase de español o de estudios sociales, se debe asumir desde la claridad de la sorpresa, elemento vital de quien aprende o enseña teatro. Nunca sabremos cómo reaccionarán quienes realicen nuestros ejercicios, la improvisación se encuentra presente en cada una de las lecciones de teatro.
Entonces, si usted es docente de teatro, quisiera hacerle las siguientes preguntas:
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¿Tiene claridad de los objetivos del curso que imparte?
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¿Planifica usted las lecciones antes de impartirlas? ¿Lo escribe o solo lo piensa?
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¿Conoce la forma correcta de redactar objetivos y generar un planeamiento?
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¿Lleva crónicas del trabajo realizado y de los principales logros y necesidades de sus estudiantes?
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¿Autoevalúa su labor docente?
Si no pudo contestar de manera positiva o clara ninguna o alguna de estas preguntas, está bien, a todos nos ha pasado.
Todos tenemos una forma de trabajo distinta y es válido. Sin embargo, es claro que la formación universitaria teatral tiene una deuda pendiente con sus estudiantes en relación con la planificación y la pedagogía, lo cual es grave.
Si, es grave, principalmente porque la docencia es una de las principales opciones laborales de nuestro gremio. Lamentablemente tendemos a afrontar grandes proyectos educativos sin tener claridad de los objetivos del curso que impartimos, improvisando, “viendo a ver que sale” y generando, sin tener una mala intención, procesos a medias…
Ah, muy importante, planificar en la mente no es suficiente.
Debemos recordar siempre que cuando planeamos, no lo hacemos pensando solo en mi organización de ideas para ejecutar de mejor manera una clase. Planificar, es unta tarea que debemos hacer también para, en caso de que no podamos impartir la lección, alguien más pueda guiarse y cumplir con los objetivos manera más efectiva; por ejemplo.
Y si, escribir importa, sistematizar importa. Escribir y sistematizar hacen la diferencia en los resultados y en los análisis de los procesos que llevamos a cabo. Escribir y sistematizar convierten los procesos de enseñanza en procesos investigativos. Al final, enseñar es investigar.
Si usted desea ser docente de teatro, si usted es docente de teatro, tiene la obligación de aprender a planificar, evaluar y buscar constantemente espacios de capacitación y mejora.
Licda. Cristina Barboza Jiménez
Educadora especial, teatrera